Es curioso, pensé hoy mientras estaba en mi cama, es curioso como en las primeras experiencias sexuales hace pocos años, justo después de mi orgasmo tenía un gran sentimiento de culpabilidad; el arrepentimiento, la sensación de un crimen, el deseo de que el cuerpo junto al mío desapareciera. Entonces mis pocos e insípidos contactos que sólo eran besos, caricias, cachondeo y ocasionalmente sexo oral, terminaban inmediatamente después de que yo lo hacía, aún y cuando el susodicho quisiera seguir en nuestro asunto. Generalmente le decía que estaba cansado y que era necesario que se fuera o que yo me fuera, imagino no guardan recuerdos muy gratos de mi.
Estaba pensando en eso mientras estaba en mi cama, teniendo un orgasmo, es acaso desfachatez? cinismo? o sólo que me he acostumbrado y aceptado una vida homosexual? pero poco a poco la culpabilidad fue mermando, y podía ahora concentrarme en recuperarme, ya fuera para seguir disfrutando, para vestirme, o para decirle al amante casual que habíamos terminado y se podía ir, como función de cine o teatro, generalmente lo hacía cuando la compañía se volvía desagradable una vez que lo sexual ha pasado; bueno ese es otro tema, pero pensaba que la culpabilidad iba disminuyendo y por lo tanto, como consecuencia por achacarlo a algo; había pasado gradualmente de los simples contactos éroticos, a sexo con penetración, en la manera en que una persona está aprendiendo a hacer algo.
El sentimiento se ha desvanecido, pensaba mientras los espasmos orgasmicos recorrían mi cuerpo, el hombre que estaba conmigo seguía en cierto trance o extasis (supongo) muy propio del pasivo; no hay culpabilidad por nada, como si hubiera perdido cierta inocencia que habría sido muy lindo conservar, ahora me enfocaba vagamente en él, tiene 45 años, aunque de inicio me dijo tenía 36, la mentira era obvia, la cara no podía negar los años, las canas menos; también me había dicho que era soltero pero la sombra clara en su dedo y la marca de tensión que dejan los anillos lo descubrían, eso me hizo querer terminar rápido, lo penetré sin pensar y fuerte a pesar de su cara de dolor, y lo tome fuerte por las piernas como un candado, pero ¿quién soy yo para castigarlo y crearle un poco de dolor?, me levanté y fui al baño a quitarme el condón.
No me sorprendía no sentir vergüenza o la repetitiva culpa, porque yo ya he estado con alguien casado, se llama O, tiene 35 años, me gusta, es casado y con dos niñas, me lo dijo sólo una vez y muy rápido mientras le besaba la espalda, como si de esa manera fuera algo olvidable, no lo es, pero lo dejamos a un lado de nuestros encuentros (4 hasta ahora), nunca he tenido sexo con él, hacemos otras cosas pero nunca lo he penetrado, deseo expreso de él, aunque yo he tratado de convencerlo, dice que algún día mientras me besa los brazos, dice también que le gustan los vellos en mi pecho, con él he tenido los mejores orgasmos de mi vida y sin penetrarlo; me da gracia que le gusta jugar a un amor rudo, pelear un poco en la cama entre besos y abrazos para ver quien es más hombre, y mientras su cara se pone cada vez más roja por la fuerza me imagino las veces que llora solo y escondido por ser lo que es, por querer lo que quiere, me descuido un poco y me tiende con fuerza a un lado de la cama para morderme a besos. Cree que negarse a cojer es la única manera de asegurar que volveré a verlo, quizá tenga razón, quizá sólo si tenemos sexo me pondré a pensar en las vidas que estoy contribuyendo a destruir, y él no quiere eso, ni yo tampoco. Me siento un cobarde insensible.
Regresé del baño, ya sin condón y bañado ligeramente para quitar los restos de lubricante en mi pubis, el hombre de 45 años ya en la puerta, me dijo que se tenía que ir, bien le dije, al menos no tuve que pedirle que se fuera, la descortesía podría hacerme sentir culpable.
Saludos.
H